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Madrid y el vino, una pasión que viene de lejos

Comenzaré estas líneas hablando de algo que, posiblemente, muchos no sepáis y es el  vínculo tan especial que ha tenido históricamente, Madrid con el vino y es que mucha gente desconoce que algunos de los monumentos más representativos de la capital se hicieron realidad gracias a esta bebida. Y es que, sin ir más lejos, la majestuosa Puerta de Toledo y la histórica Plaza Mayor se pudieron construir  gracias a los impuestos que se pusieron a la venta del vino.

El vino siempre ha sido una bebida muy apreciada por el pueblo madrileño, sólo así se entiende la ocurrencia que tuvo Fernando VII, monarca de España que cuando se casó su hija, en el ya lejano año 1846, ¿Sabéis lo que hizo? Montó unas fuentes temporales en la Plaza Mayor de las cuales, en vez de agua ¡Salía vino! ¿Os podéis imaginar la algarabía y alegría  de aquellos madrileños? Aquellos surtidores de los que habitualmente brotaba agua, durante unos días regalaban al pueblo de Madrid litros y litros de vino. Imagino que las colas, para rellenar garrafas y cualquier tipo de recipiente, debieron de ser considerables.

No obstante seguro que aún hubieran sido más largas si de ellas hubiese brotado un vino tan especial como el 22 Pies. Se trata, éste, de un Rioja crianza que, estoy convencido, hubiera cautivado a aquellos vecinos de Madrid. ¿El motivo? Se trata de un vino que se adapta a la perfección a cualquier tipo de propuesta gastronómica, ya sea para ir por ejemplo de tapas, por ejemplo por nuestra querida Latina o para saborear con calma en una velada pausada y especial, en alguno de los muchos locales de vanguardia que ofrece Madrid a sus exigentes comensales. Otra opción, si la climatología no invita a salir al exterior es descorchar una botella de 22 Pies y disfrutarla tranquilamente en casa, rodeado con tu gente más cercana, como se ha hecho siempre en este país y es que ¿Cuántos inolvidables momentos se han vivido en torno a una botella de vino?

@anelgr

Esta novedad de vino no solo nos cautiva por su sabor, donde sobre todo se ha respetado a la materia prima. Aquí contenido y continente no defraudan y si no, la próxima vez que tengáis delante de una botella de 22 Pies os animo a que os fijéis en su sorprendente etiqueta. ¿No me creéis? Pues os invito a pasaros por alguno de los establecimientos en los que ya podéis disfrutar este interesante vino y me contáis: Restaurante Caraba, Baco, Vino y Compañía, Restaurante Dolan, Restaurante La Gitana, Concepto X, Casa Maravillas, Metropolitan Lounge Café  y, por último, el Bar Amor.

22 Pies es, sin ningún tipo de dudas, un tinto crianza de Rioja que demuestra que se puede respetar la tradición, algo especialmente importante en un sector como el del vino, pero a su vez transformarla para ofrecer al consumidor un producto nuevo. Y es que la vida se nutre precisamente de eso, de sorpresas bonitas, como las que se llevaron esos primeros madrileños que se acercaron a aquellas originales fuentes de la calle Mayor y de momentos imborrables, con tu gente y o compañía perfecta, por ejemplo saboreando una copa de 22 Pies. ¡Salud!

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Las corralas de Madrid

Si subimos por la calle Tribulete dejando estas espaldas la plaza de Lavapiés llegaremos a un espacio abierto en donde se levanta la que es actualmente la corrala más famosa de Madrid y patrimonio nacional desde 1977. Un vestigio de trae poca llena de cambios y transformaciones testigo directo de una forma de vida que permanece mucho más viva de la que pensamos. Hasta que me mudé a Madrid nunca había visto este tipo de viviendas así que la primera vez que me adentré en una corrala (recuerdo que estaba buscando piso) me llevé una sorpresa mayúscula a entrar en aquel enjambre de pasillos cuerdas para tender la ropa y decenas de puertas que parecían mirar de con desdén.

Las corralas son un tipo de edificación típica de Madrid que recuerda mucho a las casas árabes y a las viviendas del centro de muchas ciudades andaluzas. El denominador común es la presencia de un patio central en el que los vecinos hacen buena parte de su vida dando ocasiones poco margen a la intimidad de la tranquilidad. La proliferación de este tipo de viviendas en la capital se produce sobre todo en los momentos puntuales de la historia el primero después de que Felipe II traslade la corte a Madrid en 1561 lo que hace que la población aumente sobremanera y que por primera vez empieza a mirar con lupa cada metro cuadrado de suelo. El segundo llevan el siglo XIX cuando mucha gente por abandonar el campo para buscarse un futuro mejor en la gran ciudad es aquí cuando se produce un hacinamiento en muchas familias en este tipo de casas .

Digo hacinamiento ya que por la norma general los pisos de las corralas no superaba los 30 m² siendo en ocasiones de unos 20 o de las características de las corralas era la presencia de un único retrete importante al final del pasillo. Os podéis imaginar que las condiciones de habitabilidad en aquella época eran muy precarias. Se calcula en Madrid unas 400 corralas sobre todo por la zona de Lavapiés. Embajadores aunque también quedan ejemplos de estas viviendas en Malasaña y Vallecas. 

Hace poco pasé por esta corrala, la más famosa de Madrid, y descubrí como a sus pies han florecido numerosos grafitis , es una pena que este pedacito vivo de nuestra historia, y monumento, se vea estropeado por estas acciones. Unas pintadas que parecen sacudirla y empujarla a los tiempos actuales. Sin embargo, basta levantar la mirada y ver esas ropas tendidas estas persianas a medio bajar para imaginarla igual que décadas atrás, con esos vecinos que se convertían en familia, llenando de vida sus pasillos ¿Qué no habrán visto u oído esas barandillas?

Corrala más famosa de Madrid

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Madrid y el sexo

En Madrid, al igual que en las principales capitales de Europa, el consumo de sexo es algo pausible y notorio. Una certeza que repasamos en las siguientes líneas. Todos sabemos que la vida de Madrid cambió de manera brusca y repentina en el año 1561 cuando Felipe II decide instalar la Corte de forma permanente en esta localidad. Aquello trajo consigo la llegada de muchos trabajadores de todos los gremios, incluido el de la prostitución y es que, a pesar de ser un tema tabú para mucho, esta realidad se ha dejado ver de manera palpable en la capital desde entonces.

Madrid no cuenta en la actualidad con un ‘barrio rojo’ como pueden tener otras urbes europeas como Amsterdam o Hamburgo. Sí que tiene una zona donde los neones de algunos cabarets y nights clubs se entremezclan con la prostitución callejera que se puede sentir en lugares como la Calle Montera o la Plaza de la Luna. Y es que, los aledaños y traseras de la Gran Vía llevan décadas siendo un punto caliente de trabajadoras del sexo, conscientes del enorme flujo de personas que, a diario, se dejan caer por la arteria más famosa de Madrid.

Sí que tuvo Madrid un barrio rojo siglos atrás, en la zona de Huertas. Era entonces, hoy esta calle alegre y turística, lugar de burdeles y lugares de mala reputación. De hecho, aún se recuerda en nuestros días la frase que tanto se repetía en los mentideros de la Villa “En la calle de Huertas hay más putas que puertas”. Y es que, especialmente durante el siglo de Oro, los grandes literatos convivían en estas callejuelas con numerosos prostíbulos. De hecho había tantos que en el año 1623, Felipe IV trató de unificar todos los burdeles de Madrid en uno solo de gran tamaño, situado en la Calle Mayor. Precisamente, un prostíbulo ubicado a escasos metros de la Puerta del Sol hizo que a las trabajadoras que se empleaban allí se les conociese como las ‘soleras’.

Aquello era de todo menos discreto. Hoy sin embargo, con las nuevas tecnologías es posible contratar los servicios de una escort por ejemplo en Casual Escorts Madrid de forma discreta y sencilla pero si nos retrotraemos al pasado, por ejemplo al Siglo XVIII, los madrileños tenían que trasladarse al entorno de Antón Martín y Lavapiés, donde se dice que llegó a haber hasta 800 casas de citas. Ya desde un tiempo antes, para frenar el crecimiento de esta actividad en Madrid, una hermandad desarrollaba la ‘Ronda del Pecado Mortal’. En ella unos religiosos transitaban por la noche por las calles de Madrid bajo la luz de unos farolillos e iban recogiendo a distintas prostitutas a las que invitaban a dejar su vida anterior para ingresarlas en un convento.

Años más tarde, en el Madrid de 1865 se hizo un recuento oficial y los datos fueron rotundos. Había cerca de 17.000 prostitutas desarrollando su actividad en la capital, cifra que suponía el 7% de la población femenina. Pasaron los años y las décadas pero la sexualidad y Madrid siguen siendo dos realidades que permanecen íntimamente vinculadas.

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