Pasear entre edificios preciosos, tomar un café en un patio interior lleno de luces o irse de compras por callecitas infinitas y rebosantes de tiendas. Recorrer el barrio Salamanca siempre es un buen plan, pero si encima terminamos el día teniendo una cita con un vino increíble, ¡la cosa solo mejora! Por eso hoy queremos hablar de La Mantequería, el local de Velázquez 45 que nos invita al maridaje perfecto: el que combina producto nacional y de pequeño productor con botellas dificilísimas de encontrar.
Entrar a La Mantequería es como sumergirnos en una bodega, y no solo por la hilera de estanterías con docenas de botellas que se expanden por las paredes de su tienda. Aquí el vino se ve, se toca, se huele, se escucha y se saborea. Y todo dentro de un local de estilo elegante pero a la vez informal, obra del arquitecto sevillano Pepe Gahona Fraga. Gracias a su trabajo, la sala, aunque totalmente diáfano, cuenta con diferentes ambientes: dos zonas con mesas altas y taburetes pensadas para estancias cortas o picoteos; y otra con mesas bajas y bancos corridos, para los que llegan a cenar o comer de forma más formal (los mediodía de laborables) cuenta con una numerosa y fiel parroquia) o dispuestos a tener una larga sobremesa. El espacio, que seduce con sus tonos grises y amarillos ocre, columnas antiguas y unas llamativas lámparas con luz que forman figuras geométricas, dispone también de un expositor donde podemos ver los quesos, embutidos y demás productos gourmet que ofrecen al cliente, ya sea para tomar in situ o para llevar a casa.
3 EN 1: VINOTECA, RESTAURANTE Y COCTELERÍA
La Mantequería comenzó su andadura sigilosamente en 2019 como una tienda gourmet, donde su apuesta por productos de calidad era más que evidente. Y aunque su aspiración inicial era destacar por el buen producto sin convertirse en un súper restaurante, con el tiempo han ido dando forma a un proyecto al que podemos ir a comer tan ricamente. Por eso ahora (unos pocos años después) han evolucionado a tienda de vinos-restaurante manteniendo su esencia, con la que sirven las creaciones elaboradas a partir de la mejor materia prima nacional de pequeños y medianos productores, donde los protagonistas son algunos de los productos de su tienda.
Hablamos pues de un concepto de tienda-gastrobar, donde se puede comprar para llevar, pedir productos de la tienda para degustar en el mismo local, cenar, acudir a catas de vino y a maridajes en su reservado (digno de ver), e incluso darnos un homenaje alternativo a base de buena música, copas y cócteles de sobremesa (en su carta figuran todos los clásicos más conocidos por todos), un plan muy apetecible en sus noches de jueves a sábado, donde el espacio está amenizado por sesiones de djs.
PLATOS PARA PICOTEAR Y COMPARTIR
Entonces, ¿cuál es la propuesta de La Mantequería? Esta vinoteca va un poco más allá: es el punto de encuentro y degustación perfecto para amantes del vino, pero su cocina ofrece una paleta de sabores deliciosa. Sus platos son estupendos para compartir, e incluso ofrecen un menú de medio día por un económico precio (14,50€). Destacan sus tablas de embutidos con chorizo, lomo, pierna de cordero del Pirineo, exquisitos patés como el de morcilla, y quesos procedentes de pequeños pero muy interesantes productores, tanto españoles como franceses. No faltan las conservas, tan queridas en el mundo del picoteo maridado, como las de navajas o sardinas. Bocados que puedes pedir al peso o emplatado para degustar en el local.
VINOS PARA TODAS LAS OCASIONES Y BOLSILLOS
Aquí los vinos españoles (en un 90%) y franceses (el 10% restante, con algunas excepciones de vino argentino) se encargan de regarlo todo. Ofrecen hasta 2000 referencias diferentes, sobre todo a base de etiquetas difíciles de encontrar y otras de nivelazo, de las que se degustan como si fueran obras de arte. No recurren a grandes bodegas nacionales, y es que aquí todo lo que se sirve es poco común pero muy especial, así es como consiguen diferenciarse. ¿Los precios? Desde los 15€ a más de 300€ la botella.
En cambio, para el día a día en su barra optan por apuestas seguras: Rioja, Ribera y Toro, a no ser que nos apetezca un Pétrus francés o un blanco bien fresquito de Rodríguez de Vera (8 generaciones de productores de vino de Albacete). Y aunque aquí hemos venido a probar, probar y probar, no podemos irnos sin echar un vistazo a sus vinos de exhibición, donde se exponen hasta 3.500 botellas ocupando sus estanterías, una colección -de nuevo- de piezas únicas y difíciles de encontrar en otros locales.
Aquí hay vino para dar y tomar… por eso si nos animamos a hacer una cena en condiciones, La Mantequería nos tiene preparada una potente carta de elaboraciones a cada cual más formidable. Particularmente, nos entusiasmó su Rabo de toro a baja temperatura, plato que acrecentó nuestro interés por el Sándwich de Rabo de toro que también figura en carta y quedó pendiente para la próxima visita. Más que reseñable también el Carpaccio de calabacín (que, por suerte, no es la única opción para quienes llevan dieta vegetariana) o su original Tartar de atún con torreznos, que es un verdadero must para los que visiten este espacio.
Si queremos que la experiencia vaya un poquito más lejos, La Mantequería nos ofrece la posibilidad de reservar su sala de catas para degustar vinos de forma más privada, pero también para contratar maridajes impartidos por un sumiller profesional, además de poder realizar cenas especiales en grupo, desde cumpleaños a quedadas para ver retransmisiones deportivas. Sin duda un espacio versátil y abierto a todo tipo de degustación, donde abrir la mente, disfrutar de aromas, sabores y texturas seleccionadas al detalle. La mejor forma de asegurarnos una velada de 10.
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