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Fotos antiguas de Madrid: La Plaza de San Marcial

Antes de que la Plaza de España llegase a nuestras vidas, y al callejero de Madrid, al espacio allí presente se le conocía como Plaza de San Marcial. Pero esta recoleta plazuela del Madrid decimonónico, no es lo único que se ha evaporado con respecto a la fotografía antigua de Madrid que nos acompaña hoy.

Tomada a inicios del siglo XX y de autoría anónima, en esta imagen podemos ver el extinto edificio de las caballerizas del Palacio Real proyectadas por Francesco Sabatini, lugar donde hoy se extienden los agradables Jardines de Sabatini. A su vera, la calle de Bailén con su clásico tráfico, aunque en este caso, formado por carruajes y tranvías.

Al fondo de la imagen, se descubre la cornisa del Palacio Real, prácticamente el único capaz de sobrevivir al infatigable paso del tiempo. ¡Cuánto ha cambiado este pedacito de Madrid!

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Fotos antiguas: Madrid y su cambio de armario

Sales de casa de camino al trabajo y te das cuenta que salir en manga corta ha sido un error. Quizás el fin de semana, si tienes un par de ratos libres, será conveniente hacer, por enésima vez, el cambio de armario. Rescatar del altillo los jerseys y demás prendas que te protejan en los próximos meses del aire serrano que amenaza con bañar Madrid.

No querías admitirlo pero sí, toca afrontar la realidad, el verano ya es historia y comienza la temporada de frescos despertares. Esos días grises en los que uno encuentra un tímido alivio al introducir las manos en los bolsillos mientras avanza con paso firme pero que queréis que os diga ¡Cómo me gustan esos paseos por Madrid!

Jornadas de tímidas lluvias, cielos espesos y largos abrigos. Un escaparate urbano que no tardará mucho en llegar y que Manuel Urech, uno de los mejores fotógrafos que jamás conoció Madrid, ya retrató así de bien en 1948. En la Puerta del Sol, junto a la boca del metro, dos amigas parecen dilatar su despedida aprovechando el frágil refugio que les brinda el paraguas. A su vera, un hombre duda, como si estuviese calculando que ruta tomar hasta su destino, tratando de pasar el mínimo tiempo posible al descubierto. Una foto con ligeros matices melancólicos cuya escala de grises casa a la perfección con la atmósfera inmortalizada.

Octubre amenaza, el otoño ya es una realidad. Madrid y nosotros volveremos a mudar, de piel y de cielos. Aun así mantendremos intactos nuestros sueños y las ganas por seguir explorando esta ciudad, bajo el cielo del color que sea.

Puerta del Sol, 1948. Madrid

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Fotos antiguas de Madrid: La Gran Vía (1955) por Cas Oorthuys

En el año 1955 el fotógrafo holandés Cas Oorthuys recibió el encargo de fotografiar la ciudad de Madrid para un libro de viajes. Dicho y hecho. En el mes de mayo se trasladó a la capital y se paseó por los lugares más emblemáticos de la capital retratando una ciudad y a una gente que hoy, miramos con profunda nostalgia.

En esta ocasión nos quedamos con esta captura de la Gran Vía. El reloj marca las 18:40 y es en ese momento cuando los sutiles rayos del sol van dibujando infinitas sombras sobre el asfalto de la calle más transitada de la ciudad. La iluminación natural y la elegancia de los transeúntes dan a la fotografía un glamour hoy imperceptible.

Imposible quedarse con una sola silueta, obviar el detalle del autobús de dos plantas o no fijarse en los carteles sobre las fachadas que el resplandor del sol no termina de cubrir como el del ‘Hotel Avenida’, o el anuncio de la empresa de ‘Tintes’. Una secuencia casi perfecta del Madrid antiguo que borda un guión perfecto en esta imagen fotografía para el recuerdo.

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Fotos antiguas de Madrid: La Calle de Santa Isabel en los años 30

Empezaré por admitir que la Calle de Santa Isabel se ha convertido en los últimos tiempos en una de mis predilectas de Madrid. Una circunstancia de la que percibo no soy el único devoto viendo el curioso caso de gentrificación que se está produciendo en esta espigada calle.

Nace en la pletórica plazuela de Antón Martín y termina de manera abrupta, chocando de bruces contra uno de los laterales del Museo Reina Sofía. En su largo trayecto vamos dejando atrás incontables focos de atención como el Cine Doré, el mercado de Antón Martín, el Colegio de Médicos de Madrid o el Real Monasterio de Santa Isabel. Su creciente demanda y renovado vecindario hace que tenga un carácter alegre y positivo por ello, en el secreto de esta vez, nos vamos a sumergir en sus recuerdos.

Acostumbrados a pasearla entre vivos colores hoy nos permitimos la licencia de mirarla, a través de un agujerito, el que nos traslada hacia el año 1930. Entonces el actual mercado de Antón Martín no existía todavía, puesto que no llegaría hasta 1941. Su ausencia no era un inconveniente para todas esas amas de casa que encontraban en aquellos tenderetes y puestos ambulantes las más variadas mercancías para el hogar. Me resulta curioso el contraste entre el actual y colorido aspecto de la calle y el serio y frío semblante que ofrecía esta vía por entonces, con todas esas mujeres vestidas de oscuro y gesto áspero.

Quien sí que ya estaba por entonces era el Cine Doré, al que vemos entrar en escena de forma tímida en la parte superior de la fotografía. Él ha sido un afortunado testigo del radical giro que ha experimentado la Calle de Santa Isabel con el paso de los tiempos. De ser un escenario del Madrid más costumbrista y tradicional a la meca de jóvenes de aspecto moderno y desenfadado. Una evolución que no se ha escrito de la noche a la mañana pero que no deja de ser sorprendente como casi todas las apuestas deportivas, como casi todo lo que nos desvela Madrid.

Calle Santa Isabel, hacia 1930. Madrid

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Fotos antiguas de Madrid: La Puerta del Sol hacia 1900

Estamos ante una de esas escenas que apabullan por los incontables detalles en los que uno desea posarse, con el conocimiento y calma que nos brinda la distancia del tiempo. Que la Puerta del Sol siempre tuvo alma de zoco es algo sabido por muchos, por su constante clamor, por las transacciones que se cierran en sus noches y sus días, por el vaivén de personas anónimas que fluye ante nuestros ojos en cuanto cesa el avance de nuestros pies.

El Madrid de comienzos del siglo XX era un choque de trenes entre dos realidades antagónicas, en una dirección la pomposa capital que quería estar a la altura de otras urbes europeas como Londres o París, y en la opuesta, la ciudad de almas y pantalones remendados con cientos de familias que apuraban su existencia en poblados como Las Injurias. Y si en algún de la ciudad esos trenes colisionaban, ése siempre fue la Puerta del Sol. Espacio donde todo y todo siempre tuvieron cabida.

Para comprobarlo, nos detenemos gracias a esta fotografía del Fondo Azpiazu ante este puesto ambulante cuyos remedios parecían, al menos, llamar la atención de no pocas semanas. En un segundo plano, ajeno a aquellos tejemanejes, un mundo de carruajes y tranvías de tracción animal que traqueteaban sobre, los ya desgastados, adoquines de la plaza más famosa de Madrid.

Detrás, en un horizonte desgastado por el tiempo, nos sorprende una pequeña torre situada en lo alto de las todavía presentes Casas de Cordero. Si afinamos la vista, aún podemos distinguir el tendido que desde ella se disparaba sobre los tejados de Madrid. Y es que estamos antes la que fuese la primera central telefónica comercial de Madrid, estuvo allí desde 1887 hasta 1926. ¿Cuántas conversaciones, confesiones y secretos saldrían a través de ellos? ¿De qué hablarían aquellos madrileños del 1900?

Parece claro que estamos ante una imagen imprevista y, sobre todo, natural. Un fogonazo de vida de aquel Madrid al que, me temo, todos volveríamos encantados. Al menos, unas horas.

Puesto ambulante en la puerta del Sol de Madrid en 1900

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Fotos antiguas de Madrid: La Gran Vía (1954, Horacio Novais)

Unas semanas, sin nombre ni mes, el fotógrafo portugués Horacio Novais se dejó caer por Madrid ¿o Madrid se dejó caer en él? El caso es que el retratista gráfico luso estuvo unos cuántos días por la capital, en 1954, y nos dejó para el recuerdo un sinfín de estupendas capturas. limusinas barcelona

Por lo que he podido deducir de las fotos que circulan por internet, Novais se debió quedar prendado del centro de Madrid y del magnetismo que desprendía aquella Gran Vía que se vestía con elegantes gabardinas y que salpicaba sus días entre humeantes cafés y relucientes coches. El portugués paseó e inmortalizó a partes iguales una Madrid que no decía una palabra más alta que la otra, que mantenía siempre las formas y guardaba las apariencias.

Si de normal, cuando vemos fotografías antiguas, nos da la sensación de lo elegante que eran aquellos madrileños y aquella ciudad, Novais tenía un don especial para retratarla con un brillo especial, a pesar de la ausencia de color. Es el caso del momento en el que nos fijamos en esta ocasión. Una fotografía tomada desde una de las perpendiculares de Gran Vía, yo apostaría que desde Gonzalo Jiménez de Quesada. Una de las tantas callejuelas a las que la Gran Vía robó su identidad y cuyo verdadero nombre muy pocos saben decir ya que siempre nos referimos a ellas por los comercios o tiendas que las orillas.

Suelen ser estas callejuelas, vías de, digámoslo así, no excesiva buena reputación y eso que su currículum en la mayoría de los casos han mejorado de forma notable con el paso de los años. Sin embargo, en aquel 1954 estas eran bonitos lugares en los que asomarse hasta sentir de bruces el frenesí de la Gran Vía, con un vaivén incesante de personas que, de manera irreverente nos sostienen la mirada. Como queriendo mantenernos alejados de una escena, tranquila y pomposa, que quieren disfrutar para ellos mismos.

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Fotos antiguas de Madrid: El Arco de Cuchilleros (1932)

Con la foto que os comparto hoy pasa algo muy curioso. Estamos en el año 1932 y en uno de los rincones más característicos y únicos de Madrid, el Arco de Cuchilleros, conocido por ser el acceso con más encanto, y seguramente historia de la Plaza Mayor. Os voy a dejar unos segundos para que le deis una pensada y penséis que tiene esta imagen de diferente en otras estampas antiguas que he compartido con vosotros anteriormente… ¿Ya? ¿Lo notáis?

El caso es que normalmente estamos habituados a que en las escenas en blanco y negro que comparto de Madrid lo más llamativo es el poco tráfico que había entonces, con calles casi sin coches y peatones tomando al asalto las aceras, dueños y señores de la ciudad. Sin embargo, aquí sucede lo contrario. Actualmente, el Arco de Cuchilleros es un punto muy turístico, con varias terrazas. Un aspecto opuesto al que apreciamos en este recuerdo, donde vemos numerosos vehículos (lo que parecen taxis y autobuses) invadiendo las aceras. Esto, y el hecho de que distingamos letreros como “Administración Madrid – Majadahonda” o “La Rápida” hacen pensar que este punto, antiguamente, fuese utilizado como una pequeña estación de transporte público.

Ya he visto anteriormente fotos de la Plaza Mayor utilizada como estación de autobuses puesto que era el lugar desde el cual partían numerosos viajes a distintas localidades de la Comunidad de Madrid, por ello es bastante probable que nuestro querido Arco de Cuchilleros décadas atrás tuviera a viajeros y mozos de cuerda, que así se llamaban a los primitivos portadores de maletas que había en las estaciones y estos enclaves de ida y vuelta. Pero de ellos, hablaremos en otro secreto de Madrid. Mientras tanto, sigamos disfrutando de este entrañable recuerdo.

Arco de Cuchilleros, 1932. Madrid

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Fotos antiguas de Madrid: La Calle de Alcalá en 1856

Acostumbramos a pensar en la calle de Alcalá y al instante la imaginamos desbordada de tráfico o nos vienen a la cabeza sus metros más turísticos, los que se deslizan entre la fuente de Cibeles y la Puerta de Alcalá. Hoy sin embargo desvelamos otra faceta suya, más desconocida, más humana, más ajada. Es lo que ocurre cuando uno viaja tanto en el tiempo y se marcha hasta 1856 cuando las primeras fotografías empezaban se utilizaban para retratar un Madrid del que ya poco queda.

La imagen nos traslada a los primeros metros de la calle más larga de Madrid en donde se funde con la Puerta del Sol. La foto, propiedad de la Biblioteca Nacional es obra de Charles Clifford. Lo que más nos llama la atención es el aspecto humilde y sencillo de varias de las construcciones que vemos. Fachadas cubiertas por toldos y telas que nos hacen creer que la foto está tomada en verano  ¡Pobres aquellos madrileños que se las tenían que apañar buenamente para hacer lo más livianos posibles aquellos días de intenso sol!

Aquel aspecto de patio de vecinos poco o nada se parece a la realidad actual, en la que esta zona está llena de oficinas, sedes de multinacionales, aseguradoras y bancos. En aquella calle de Alcalá la gente tendría sus ropas al sol a la vista de los viandantes. Según he podido leer ‘La foto está tomada desde el solar que empezaba a dejar el derribo de la Iglesia del Buen Suceso. En la Calle Alcalá aparece el edificio de Hacienda y en el primero de los edificios que aparece a la izquierda, en su bajo, se puede ver la entrada al más antiguo de los diversos Café de Levante que ha tenido el centro de Madrid. Este de la foto fue frecuentado por Mesoneros Romano y desapareció con la reforma de la Puerta del Sol. El café se mudó inicialmente a la Calle Prado para terminar de nuevo en la nueva Puerta del Sol tras la reforma’.

No hay ni rastro ya de aquellos cafés, ni fachadas guarnecidas con telas. Aquel Madrid se esfumó para siempre y es que vamos ya camino de dos siglos de aquello. Quizás algún día a nosotros, los humanos del futuro nos analicen con la misma sorpresa y extrañeza que observamos estas fotos. ¿Será así?El café se mudó

La Calle de Alcalá en 1856

La Calle de Alcalá en 1856. Biblioteca Nacional de España

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Fotos antiguas de Madrid: Viaducto de Bailén (1915)

Lo atravieso a diario, como mínimo una vez, en mi camino hacia el trabajo. Por eso, el Viaducto de la Calle Bailén y yo ya podemos considerarnos amigos. Nos saludamos entre bostezos al nacer el día. Nos contamos entre pensamientos como nos trató el ayer. Yo, le sonrío con complicidad, esmerándome en darle la oportunidad de conocerle, dejando de lado los fantasmas y clichés que le persiguen y él me lo agradece regalándome unos amaneceres que, cada día cambian de cielo y de colores. Una mirada diferente y motivadora, el complemento perfecto al café bebido que me devuelve, cada mañana, a la vida.

Entre tantas idas y venidas también hay momentos para escapar del presente y fantasear, para imaginar cómo eran los minutos sobre su tablero hace un siglo. Por eso, he rebuscado entre sus recuerdos y he querido rescatar este instante. El calendario marcaba el año 1915 y aquel viaducto gozaba de una notable salud. De hecho, a juzgar por la fotografía, parecía un lugar muy frecuentado para pasar y disfrutar del paisaje, todo lo contrario que ahora, cuando la gente lo escoge por ser un práctico atajo entre el Madrid más monumental y la zona de las vistillas. Perdiendo, así, su esencia más romántica.

Varios carruajes que avanzaban sin demasiadas prisas, tipos y mujeres que parecen sacados de unas hojas de Galdós y un viaducto que, entonces, vivía menos encorsetado, sin esas mamparas que le arañan su libertad.  Una escena costumbrista y sencilla, sin adornos, que es precisamente lo que anhelamos encontrarnos, cada vez que nos proponemos bucear en el pasado de Madrid.

Viaducto de Bailén en 1915. Foto antigua de Madrid

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Fotos antiguas de Madrid: Gran Vía, 1954

¿Era aquel Madrid de hace varias décadas más elegante que el actual? ¿O era el ojo del fotógrafo Catalá Roca el que lograba vestir aquella ciudad de un halo de donosura a través de su objetivo? Creo que un poco de ambas como se puede intuir en esta preciosa foto de 1954 de Madrid tomada junto a la puerta del Casino Militar, a la altura del número 13.

Aquel Madrid de gabardinas y prendas otoñales se quedó para siempre con un alma de escala de grises, lo que le aporta un cierto toque nostálgico.  Me gusta el contraste que vemos sobre el asfalto, aquel autobús de dos pisos, sinónimo entonces de vanguardia y modernidad, apurando la marcha a un coche que parece totalmente desubicado en el tiempo ya que nos parece mucho más antiguo que el contexto que le rodea.

Echo de menos, sin haberla paseado, aquella Gran Vía señorial, de toque cinematográfico. De conversaciones inalteradas, de suelo de adoquines, de niebla y elegantes farolas. Hoy, toda ella es un enorme escaparate, un continuo estímulo diseñado para comprar y vender, antes no tenía aquella obsesión mercantil, ni sabía lo que era un Black Friday ni lo intuía. Era más natural, más ella y me gustaba más así.

Gran Vía, Catalá Roca. 1954

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