Lalo y Pablo lo han vuelto a hacer. Tras triunfar con su diminuto bistro, Marmitón, en La Latina más inquieta, ahora lo hacen con una taberna de aires informales y modernos. Sin perder ninguna de las características que les ha aupado a ser uno los sitios donde mejor se come de la capital.
Lo primero que hay que dejar claro es que Barmitón es un sitio mucho más amplio que su casa madre; ahí solo dispone de siete codiciadas mesas. Aquí hay dos espacios, en dos alturas bien diferenciadas, amplios ventanales al exterior y una barra gigantesca y de forma curva al fondo. Un lugar luminoso, al que acompaña la madera y las luces tenues, en una calle alejada del bullicio de la Cava Baja. Estamos en su vía hermana, la Cava Alta, a escasos metros de la calle de Toledo y del Mercado de La Cebada.
Lalo Zarcero y Pablo Sánchez se conocieron cocinando en Fismuler. Tras un paso por sus fogones decidieron en plena pandemia montar Marmiton Bistro, un restaurante de inspiración francesa donde el producto y las elaboraciones caseras son la norma. Mucho de ese interés en cocinar, en hacer fácil lo difícil, con guiños a la gastronomía de aquí y de fuera se puede ver en la carta de Barmitón.
Siempre con un punto diferencial. Una travesía por los platos de siempre, reconocibles, pero tomando perspectiva con el presente. El bacalao lo hacen partiendo de una elaboración vasca, dándole una vuelta sofriendo mucho el ajoarriero y metiéndole una ensaladita de brotes con vinagreta que le aporta un toque muy fresco. O las alitas, que cocinan a baja temperatura y se deshuesan posteriormente, completada con una salsa barbacoa casera con jengibre, y terminada con lima y ajetes. En boca son intensas, profundas, elegantes y sobre todo frescas.
También hay guiños a la comunidad vegana y vegetariana, con un brócoli hecho en dos cocciones, primero lo asan al horno y luego le dan un golpe de fritura. De esta forma lo deshidratan levemente para que finalmente tenga un punto crunchy. Va con una salsa de curry francés, menos intenso que los indios, infusionado con nata y shichimi togarashi, eso le aporta melosidad y un puntito de picante.
VINOS POCO CONOCIDOS Y CÓCTELES PROPIOS
Y no podía faltar la pasta, una de las señas distintivas de Marmitón. Tienen unos ñoquis, pero muy diferentes a los que estamos habituados a ver y probar. Los acompañan con una salsita de queso manchego, kimchi casero y un crujiente de parmesano. Si uno está rápido, además, podrá pillar sus características recetas de temporada. Está vez nos dejamos seducir por sus Boletus en tres texturas, con shitakes que hacen encurtidos, una emulsión de boletus, nueces de macadamia y parmesano. Saben cómo combinar los sabores, para que no quede un resultado ni aburrido ni excesivo. En definitiva, platos con coherencia y ese toque personal único que le dan.
Además, la hora del aperitivo es sagrada. El más representativo es su steak tartar, con carne de vaca madurada —utilizan el lomo bajo— y un aliño clásico, donde se valen de su kimchi emulsionado; la base la hacen con crujiente de avena. Lo que ayuda a acompañar cócteles y vinos diferentes y diferenciales. Pequeñas bodegas, vinos franceses (Ródano, Jura), algo de natural rico. Botellas de Madrid que miran de tú a tú a los orange wine, pero con moscatel de Alejandría fermentado con su propio hollejo y seis meses de barrica.
Lalo se encuentra feliz, porque le gusta transmitir y comunicar. Acercar el trabajo de esos productores menos conocidos, que van por libre, haciendo algo que no es lo habitual, pero que finalmente funciona en boca. Vinos que están fuera de denominaciones de origen como Toro o Ribeira. Y luego está Alicia, sevillana y barmaid, detrás de los cócteles de autor que se sirven en esta tasca universal. Ella hace siropes de romero y albahaca, infusiona piscos con chipotle ahumado, recomienda mezcales de autor y prepara cócteles de línea tropicalista. Nada escapa a la valentía y agudeza de este inspirador bar. Perspectiva y buen ojo no les falta.
¿Te ha gustado?
¡Valóralo!